Descubre la temible honda mallorquina y conoce a los “foners”

Los romanos los contrataban como mercenarios, los piratas se lo pensaban dos veces antes de navegar por aguas baleares y Aníbal los puso en primera fila, delante de sus ejércitos, en su campaña contra la península itálica.

Los honderos -foners en mallorquín- eran guerreros de élite, temibles por su excelente puntería lanzando piedras con sus hondas. Eran feroces y muy valientes y con sus proyectiles, destrozaban armaduras, cascos y escudos, debilitando considerablemente el ejército enemigo y dejándolo indefenso ante la carga del contrario.

Los niños mallorquines no comían si no acertaban al objetivo

Las madres mallorquinas enseñaban a sus hijos a tirar con la honda, y era tan importante que desde pequeños se ejercitaran en su manejo, que colocaban la comida en lo alto de los árboles. Sólo si acertaban y la tiraban al suelo, podían comerla.

Los orígenes de la honda dicen los historiadores, está en el paleolítico, cuando esta arma, entonces rudimentaria, era utilizada para cazar. Los mallorquines las fabricaban con fibras vegetales, esparto, lino y, a veces cabello de la crin de los caballos. En algunas ocasiones se utilizaban tripas o nervios de animales, tratados y desecados.

Los proyectiles solían ser piedras o pequeños trozos de plomo, pero no podía ser cualquier piedra. Los foners seleccionaban cuidadosamente cada canto, para que tuviera la forma perfecta, el peso más adecuado, y fuera lo más aerodinámico posible. Estas piedras solían pesar en torno a 100 gramos.

Las piezas de plomo pesaban la mitad y se fabricaban con un molde. Al ser más ligeros, podían alcanzar una mayor velocidad y causar más daño en el enemigo.

Cada foner llevaba, al menos tres hondas

Los guerreros mallorquines solían llevar consigo tres hondas diferentes. La primera de ellas se llevaba atada a la cabeza, la otra en la cintura, y la tercera solía llevarse en la mano. Algunos historiadores cuentan que las tres hondas eran atadas a la cintura, pero lo que sí queda claro es que cada una de ellas servía para un propósito concreto.

• -La primera, que medía un metro de largo, se utilizaba para lanzar proyectiles grandes. Podía llegar a una distancia de entre 300 y 400 metros.
• -La segunda era más precisa y se fabricaba de manera personalizada, ya que su longitud debía ser la misma que la distancia que había entre el pulgar y el hombro del hondero. Con ella se disparaba de manera más precisa y llegaba a una distancia de entre 30 y 50 metros.
• -La tercera honda era la que se usaba para disparos cortos. También se tenía que fabricar según el foner que la utilizaba ya que su longitud era la misma que había entre el pulgar y el bíceps.

Muchas veces se ha comparado la fuerza de estos guerreros con la de las catapultas, ya que los destrozos que provocaban eran temibles.

Desde hace varios años en Mallorca se ha recuperado el arte del tir amb fona o tiro con honda. Una rama especializada de artesanos se encarga de fabricar las hondas y de enseñar, a quienes lo desean, a tirar con ellas y, en los últimos tiempos este deporte se ha federado y se hacen competiciones y demostraciones.

También se pueden encontrar hondas en algunos mercados mallorquines, y comprarlas como recuerdo.

Si os gustan los productos y la artesanía de Mallorca, os aconsejamos visitar esta entrada.

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